lunes, 28 de mayo de 2012

MONÓLOGO
Ella hablaba tanto, que él no sabía exactamente si aquello era posible o simplemente un sueño. Él quería explicarse, pero no había conseguido emitir ni un tímido hola, de hecho, ella ignoraba sus razones y hasta su nombre. Como cada noche, ella relataba durante una, dos o tres horas, lo que durara su cita, todo tipo de acontecimientos y recriminaciones. Una noche él decidió no acudir a la cita y permaneció despierto con su cuaderno de notas en blanco sobre sus manos. Ella, cansada de esperar, se transformó  en grafía y él, aterrado, cerró su bloc de un salto. Jamás podría huir de todo lo que no dijo. 


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