MONÓLOGO
Ella hablaba tanto, que él no sabía exactamente si aquello
era posible o simplemente un sueño. Él quería explicarse, pero no había
conseguido emitir ni un tímido hola, de hecho, ella ignoraba sus razones y hasta
su nombre. Como cada noche, ella relataba durante una, dos o tres horas, lo que
durara su cita, todo tipo de acontecimientos y recriminaciones. Una noche él
decidió no acudir a la cita y permaneció despierto con su cuaderno de notas en
blanco sobre sus manos. Ella, cansada de esperar, se transformó en grafía y él, aterrado, cerró su bloc de un
salto. Jamás podría huir de todo lo que no dijo.
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